En el mes de febrero, los portuarios de Buenos Aires, que trabajaban 10 horas diarias y percibían un salario de 2,50 pesos por día, conquistarían las 9 horas y un jornal de 4 pesos diarios. Continuaron las huelgas y conflictos laborales: en marzo hicieron huelga los obreros de Barracas, La Boca y el Riachuelo, en abril pararon los cocheros de Buenos Aires, en mayo los metalúrgicos de los talleres de Casa Vasena, y en julio-agosto los panaderos nuevamente. El movimiento obrero decretó a principios de noviembre a través de la F.O.A., la primera huelga general de la historia argentina. Los socialistas se opusieron a la medida por considerar que la huelga general era un acto desmesurado y que bloqueaba cualquier posible negociación. Esto provocó la fractura de la central sindical. La F.O.A. continuó en manos anarquistas y los socialistas fundaron la U.G.T. (Unión General de Trabajadores). La primera de estas agrupaciones representó a 66 sindicatos con 33.895 afiliados y la segunda a 43 gremios con 7.400 afiliados. Pese a todo, el acatamiento a la medida fue muy amplio y los puertos y numerosos establecimientos fabriles quedaron paralizados. El gobierno respondió decretando el estado de sitio y desató una violenta represión, lanzando una gigantesca redada sobre las barriadas obreras. A los detenidos argentinos se los encarceló y a los extranjeros se les aplicó la flamante Ley de Residencia.